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 El último vampiro. (Lune-Kareth, Sora Shimizu y Kimico)

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Alicia Alina
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MensajeTema: El último vampiro. (Lune-Kareth, Sora Shimizu y Kimico)   El último vampiro. (Lune-Kareth, Sora Shimizu y Kimico) Empty03/09/09, 12:17 pm

Kimico (yo):

El último vampiro:

El color rojo era lo primero que se veía cuando te adentrabas en el campo de batalla. Inocencias que ya no servían y gente tumbada en el suelo, ya sin ver la vida. Las llamas lo quemaban todo, como si fuesen animales devoradores y totalmenta hambrientos de agonía y dolor. Era una guerra extraña, no por conseguir territorios, no por luchar por una idea, no era por nada de aquello, era simplemente por exterminar, por intentar arrasarlo todo. Dos bandos diferentes, dos bandos contrarios.

HUMANOS Y VAMPIROS

Y ya está, eso era todo lo que había. Luchar por luchar, pelear por pelear, una lucha sin sentido. Nadie sabía ya cual era su amigo, si podía desconfiar de los demás, y sus miradas se habían vuelto mucho más gélidas, porque en aquellos instantes no tenían nada en que creer.

Mientras todo el mundo peleaba, mientras todos se herían sin saber ni porque lo hacían, dos sombras pequeñas se resguardaban cada una en las partes del campo de batalla, frente a frente, detrás de las rocas. Eran dos niños, uno de un bando, el otro del contrario, pero ambos sentían lo mismo.
MIEDO.
Y se cruzaban sus miradas, que no eran gélidas, sino cálidas, se observan sin temor alguno, y pensaban que estaría pensando el otro, y pensaban el porque de todo aquello, y pensaban que nada de ello valía nada, y pensaban el porque de sus diferencias.
La chica vampira, el chico humano, ambos tan diferentes y a la vez, tan iguales.

Sora Shimizu:

Semanas después...

La Tierra ya no era lo que siempre había sido. Después de la guerra todo se había destruido. Ya no quedaban árboles, propiamente dicho. Ya no quedaba hierba en los suelos que antes habían sido proclamados los bosques más bellos del mundo.

Ahora todo era distinto. Se podían distinguir dos zonas: los desiertos (lugares devastados por aquel horrendo y estremecedor fuego), y las estepas de hielo (todo lo que había sido arrasado por el gélido tacto de los vampiros). Ya no quedaba nada. Ningún bando había vencido.

Ya no quedaba nadie. Absolutamente nadie.

Salvo dos sombras en la frontera entre el desierto y el hielo.

Kimico:

No podía entender nada, ni tan siquiera saber el porqué de todo lo que estaba pasando en aquellos instantes, solamente se veían el uno y el otro, como dos sombras perplejas que aun no acababan de entender ni porque estaban allí, no entendían absolutamente nada.

Una guerra, y ya está, eso era lo que lo había deshecho todo, era lo que había hecho que el mundo, limpio y verde, se hubiera convertido en un augurio de llamas que ya no servían absolutamente para nada. Ganas de llorar y pensamientos cruzados, y gotas de sangre resbalantes por la mejilla, como si de un llorar lejano se tratase.

Allá lejano en el tiempo, antes de aquella guerra mundial, entre esos dos campos de batalla se habían erguido orgullosas casas perfectas, que emanaban humo de sus chimeneas. Ahora ni siquiera eso, ya no quedaban más que motas de polvo intacto, hollín (¿h?) y olor a sangre.

Dos personas, y punto, dos almas, y ya esta, dos vidas silenciosa que ahora eran lo único que aquella tierra tenía que acoger, porque todo lo demás estaba muerto, ABSOLUTAMENTE MUERTO. Ya no quedaba nadie sobre la tierra, la guerra había acabado con todos, porque una guerra nunca es buena.
NUNCA.

Lune-Kareth:


Allí estaban las dos sombras una enfrente de la otra tan cerca, y tan lejos de poder saber lo que el otro sentía en ese momento. Ya no había nada por lo que vivir, sus padres, sus conocidos... todos estaban muertos y en ese mundo tan triste solo habían dos sombras que no estaban seguras ni de vivir en esas circunstancias.
Que debían hacer, matarse el uno al otro? Hacerse amigos? Son demasiado pequeños para tomar una decisión tan grande.
Estaban quietos como dos estatuas sin querer llamar la atención, en ese momento solo se querían hacer transparentes y desaparecer.
Como una guerra a podido hacer tanto daño? Ya no quedaba nada por lo que vivir.
Y Allí detrás de esas dos grandes rocas se encontraban los que podría ser la salvación del mundo o la destrucción completa de algo hermoso, dos razas.
El viento soplaba con sus últimos esfuerzos, como si el también sintiera lo que había pasado. Era una imagen tan desoladora que el susurro del viento infectado de esos olores repugnantes que desprendían los cuerpos no hacia si no parecer que todo estaba mas muerto de lo que en realidad estaba. Aun quedaban dos esperanzas.

Kimico:

Tengo miedo... pero no podía compartirlo con nadie, no podía decirlo en voz alta y clara, porque era un vampiro y como le había dicho su madre los vampiros son fuertes y no tienen niedo a nada, pero el ahora no podía impedir llorar, muy a pesar de que las leyendas contasen lo contrario. Entonces pasó algo inesperado.

El humano dio un paso, y otro, y se aferró a ella, que ahora podía oler su sangre imperturbable. No comía desde hacía una semana, y aquel olor le resultaba acechador. Se contuvo, no supo como, pero lo hizo. La chica no tuvo más remedio que apartarle, mirándole con una cara extrañada. Tenía miedo, pero aquello le había resultado acogedor y le había influido fuerzas.

Ella, pese a ser una vampira, tenía frío, y hambre, y podía resistir mucho más, pero aquel chico tan frágil era un humano al fin y al cabo, y llevaba una semana sin comer ¿Cuantos años podría tener el chiquillo? Unos nueve años, le calculó rápidamente. Claro que ella aparentaba dieciseis, y eso les hacía ser muy diferenes, poque ella nunca jamás crecería, y el seguiría creciendo, eso si el frío no se cruzaba en su camino.

No fue capaz de abrazarlo, porque sabía que si lo haría el humano sentiría mucho más calor, así que se quitó la ropa hasta quedarse en ropa interior y se la dio al pequeño, que ahora se tapaba con ella como si fuese su única salvación.

Creo que aguantaré, pensó la vampira, pero no estaba tan segura.

Lune-Kareth:

Bueno ya habíamos dado un paso, no? No me haría nada de bueno comerme al chico que podría ser mi salvación, pero tengo tanta hambre…
El chico que parecía mudo no me dio las gracias ni cuando le preste mi ropa para no tuviese frío. Estaba muy asustado, yo también pero los vampiros somos fuertes
y podemos aguantar mucho mas.


Me sentía mucho mejor con la ropa de ella, ya no tenia tanto frío, y sus ojos tan inexpresivos, aunque parezca mentira me daban confianza, pero una sombra cruzo por esos hermosos ojos rojos que ella intento disimular, diciéndome, y ahora que hacemos? La voz le temblaba, aunque ella intentara parecer segura de si misma.
Para contestar a esa pregunta no hacían falta palabras, con los ojos con los que la mire lo decía todo. No podíamos hacer nada, porque nada estaba entre nuestras manos. Todo se había acabado, aunque aun nos quedaba una posibilidad…

Vivir, si esa es la palabra exacta el uno junto al otro, los dos juntos podríamos hacer lo que dos razas no han podido hacer nunca. Pero ninguno de los dos estaba con ganas. Al fin y al cabo el instinto de la vampira, que por mucho que quiera al final le chuparía la sangre o el instinto del humano que cuando se haga mayor y vea las consecuencias que a producido la raza vampira contra su propia raza explotaría en un intento de rabia por acabar con la ultima componente de esta.

No tenían muchas opciones a las que aferrarse así que cada día que pasa será un nuevo reto y todas las noches antes de dormirse tendrán que pensar “ya a pasado otro día y sigo vivo/a”.

Sora Shimizu:

Ya había pasado un día, y ambos seguían vivos. Ninguno sabía con certeza cómo lo habían conseguido. El ansia de sed incorregible de la vampira había urgido a que mordiera al chico simplemente para saciar su hambre. Y había estado tan cerca... Aquella sangre caliente (y de ese tipo AB- que tan bien sabía) corriendo bajo su piel, llamándola con cada latido a que la probase. Cada vez más insoportable. Llegó un momento en que incluso había sacado sus colmillos...

Pero, sin saber muy bien cómo, se había contenido. Guardó esos afilados y largos colmillos llenos de veneno, que paralizarían a su víctima mientras ella se recuperaba de su sed. Tan tentador..."Pero no", se dijo. "Es sólo un niño, no puedo hacerle daño".

Así que habían permanecido juntos -a cierta distancia- todo el día, allí en aquel paraje tan inhóspito, aunque seguramente habrían sido verdes llanuras semanas atrás.

Habían hablado muy poco, casi nada. Sólo se habían dicho sus nombres. Finalmente, el niño se había quedado dormido entre la ropa de la vampira, acurrucado, muerto de frío. Ella se había quedado sentada, debatiéndose entre morder aquella fina y apetecible piel, o prender una hoguera para darle calor al niño.

Descartó esa idea la primera vez que lo intentó y casi se murió del susto que le dio el fuego. "Tonta", pensó. "Los vampiros aborrecemos el fuego. Nos han masacrado en una batalla con él, y ¿pretendes hacer uno para calentar a un humano, uno de los que han querido acabar con nosotros, y que casi lo consiguen? Estás loca. Deberías matarlo".

Pero al día siguiente, despertaron en el mismo lugar, ambos intactos.
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Kimico:


Era todo tan dificil de entender, de saber el porque de aquella vida, como si la tierra se los hubiese tragado a todos en una marea húmeda de agua salada. Dificil. Una vida empezcinada y complicada, donde los misterios ya no servían, donde todo era absurdo y diferente. Noche y día, dos comosas extremas, polos diferentes que ahora se juntaban como si fuesen intimos amigos, porque era lo que les quedaba.

¿Qué iban ha hacer? ¿Que iban a... cuando ya no quedaba absolutamente nada? La unión hace la fuerza, ese era el único lema que ahora hacía efecto, el único que podía ayudarles en algo. Aún no me lo creo, aún no me lo creo... y las palabras resonaron a lo lejos, las de ambos.

Lune-Kareth:

La unión hace la fuerza, no? O eso dicen, Cuando el chico se despertó ya estaba yo esperándolo , para sobrevivir el chico necesita comida, dormir bien, beber agua… cosas que a una vampira no es necesario tenerlas en cuenta, es duro que por una catástrofe como la que a pasado yo tenga que ser la “madre” de uno de mis enemigos.

Lo primero seria encontrar un lugar donde resguardarse, o encontrar a alguien en este paisaje tan desolador, yo ya sabia que era una tarea imposible, que sobre esta tierra que pisamos solo estamos nosotros dos, pero no lo quería creer, desde pequeña me han enseñado que los vampiros somos una raza indestructible y yo como una incrédula me lo e creído y ahora que? Para estas cosas no me han enseñado, no me han enseñado a cuidar de un niño ni de buscarme la vida por mi sola.

Nos pusimos en camino, estuvimos más de 2 h caminado, sin resultado, era algo tan desolador, tenia hambre, estaba cansado, no se si hubiese sido mejor morir con todos, ahora ya no sabia nada….

Kimico:

El tiempo pasaba lento, sin prisas... y mi garganta se resecaba, era como agua, que mis ojos buscaban sin encontrar, salvo que no era agua, era tinte rojo que ahora me hacía estremecerme.

Se oía su corazón fuerte y oscuro. Aunque cada vez latía más débil, y eso me preocupaba, mucho.

-¿te encuentras bien?- le dije, sin remordimientos.
- S...si- me dijo con la cara totalemente pálida.
-Ya, claro, y yo soy... - me costó encontrar una palabra adecuada.- yo soy, esto, yo soy... ea, yo soy tú.

Se me quedó mirando con cara extraña, como si no terminara de entender lo que yo había dicho. Me pareció ver un interrogante encima de su cabeza.

¡Oh! Venga, me dije, esto no es una historia de comics, esto es una historia real, ¿no? me pregunté, dudando por un instante. Podía ser que todo fuese la imaginación absurda de tres personas que me estaban inventando. ¿Inventada yo? Venga, claro, eso era totalmente imposible.

Ahora notaba al chico mucho más frío aún que antes y juré que se podía confundir sin dificultad alguna con un vampiro. La única solución posible que tenía era convertirle en un vampiro. Pero eso era tremendante cruel y no creía que por mi culpa de sed y por culpa de la humanidad él acabará así.

Pero en realidad... ¿Qué otra posibilidad me quedaba?

Lune-Kareth:


Después de haberlo estado pensando durante mucho, me decidí, al fin y al cabo no había otra posibilidad, no podía volver en el tiempo y parar la lucha.

Cuando el chico estaba dormido, y su corazón daba los últimos suspiros de vida me acerque, prefería no decírselo a el porque la transformación era dura y dolorosa.

Con miedo a perder el control de mis actos y en vez de trasformarlo en un vampiro, chuparle la sangre hasta matarlo, me acerque, saque los colmillos afilados, olí su cuello de humano por ultima vez y le mordí.

Había visto hacerlo, pero yo nunca lo había hecho. Note como el veneno que tenia en mis colmillos se trasmitía por todo su cuerpo. Y como el olor a sangre fresca me llegaba tan dentro que llegue a pensar que no podría mantenerme. Pero lo hice aguante y puede ver como todo su cuerpo se contraía en muecas de dolor, como sus ojos en un intento en vano me suplicaban que lo ayudara, chillaba, chillaba tanto que si hubiese habido alguien en este mundo le hubiese oído. Lloraba, lloraba tanto como si le estuvieran torturando, y en cierta manera era así. Por fin se calmo, cayo rendido y hasta el día siguiente no despertó…

Kimico:

(El chico habla ahora)

Todas mis parículas nerviosas gritaron de dolor, todos los músculos se contrayeron hasta pedir e implorar que aquello parase, y mis huesos estaban a punto de romperse, o al menos eso creía yo. No podía gritar, ni siquiera me salían las fuerzas, solamente chillidos absurdos que ahoran me retumbaban en los oídos como si fuesen el peor sonido del mundo. Y el mundo, entonces, se tiñó de rojo.

¿Porqué lo había hecho? ¿por qué? Había sido un ataque de pánico? ¿Era, tal vez, una sed insaciable? Ahora no podía opinar, porque ya estaba hecho, ya no quedaba absolutamente nada y me estremecí en mi interior como se aquello fuese en realidad, la peor tortura.

LO ERA.

Tosí y algo salió de mi boca, algo que no logré alcanzar a ver, pero sabía que no debía ser nada bueno.
SUFRÍA.
Intentaba suplicar a la chica que parase, pero sus colmillos no se separaban de mi, no se iban, y era insportable.

Lune-Kareth:

Al fin acabo todo para bien o para mal, sus colmillos se desprendieron de mi y me dejaron así respirar antes de que mi cuerpo cayera en un sueño profundo, hasta el día siguiente cuando desperté aturdido sin saber muy bien lo que había pasado.

-Estas bien?- me pregunto ella.
-Pe…Per…pero porque lo has hecho?-explote.
-Tenia que hacerlo, sin más, siendo un humano no podrías haber aguantado ni unos días más.-
-No lo necesitaba, quiero volver a ser un humano! quiero estar sano y normal.-
-No me vengas con tu orgullo, en el fondo lo sabes, no podrías haber aguantado.- dijo ella, girándome la cara.

Ahora lo primero era calmarse, después de todo no pensaba que ser un vampiro estuviese tan mal, aunque mi gente lo haya odiado todo su vida.
Ya no tenía tanta hambre y me sentía mas fuerte, pero la calidez que mi cuerpo desprendía unos momentos antes ya no la volvería a desprender jamás.
Ella tenia razón no podría haber aguantado.

Nos quedamos unos momentos allí viendo como esa luna teñida de rojo color sangre, nos miraba, haciendo que todo esto no pareciera tan malo, porque era siniestra pero hermosa a la vez, igual que ser un vampiro.

Ahora nuestro futuro esta en nuestras manos…

Kimico:

De mis labios brotaron sollozos, que intenté reprimir, era demasiado orgulloso para aquello, me creía demasiado perfecto... Intenté llorar, pero no podía, las lágrimas ya no salían de mis ojos,era muy insoportable ver aquello así, sin más, y no poder hacer nada.

-¡Por tu culpa no tengo sentimientos!- Grité, exalando un suspiro a la nada.
-No tengo sentimientos...- repetí, intentando que una lágrima desgarrase el corazón de aquella chica, pero ahora parecía que estaba seco, me sentía impotente.
MUY IMPOTENTE.
Gemí, y no pude reprimir un sollozo de nuevo, que esta vez vino seguido de un alarido. Era demasiado pequeño para aquello, y mi cuerpo no podía soportarlo.

¿iba a rechazar el cambio' Solamente aquel pensamiento me hacía estremecerme, y no era dolor lo que mis músculos tenían en aquellos momentos, debía de estar loco, muy loco, para hacer lo que hice a continuación.

La mañana se levantó rojiza y el sol no caldeaba. Todo estaba muy caliente y esta vez el frío se había ido y lo que sentía era una estufa dándome de lleno. No podía hacerlo, no podía... era algo imposible para mí. Sería un crimen, pero tenía que hacerlo aunque no me atreviese, en realidad era tan pequeño que... hacerle daño me hería a mí el corazón.

- No puedo hacerlo - gemí.
- Si..si puedes - Dijo jadeando entrecortadamente.

Lloraba. Era extraño. Pero yo estaba llorando y con miles de gotas recorriendo mis mejillas.

Juraría que los vampiros no podían llorar, pero allí estaba yo, sintiendo el agua salada sobre mi piel clara. Ahora lo comprendía todo, yo no era un vampíro, nunca lo había sido, no era más que una simple humana dañada por el mal y que creía ser algo más. Por lo que, en realidad, los vampiros nunca habían existido. Todo era mentira, una patraña para la humanidad.

Pero entonces... ¿a que se debía aquella lucha? A que se debía la muerte de casi toda la...humanidad. a rabia me corrolló por dentro. TODOS. Todos habían muerto en vano. No había nada por lo que pelearse, en realidad todo el mundo era igual, unos necesitaban vivir en unas condiciones, otros en otras, pero aunque se les nombrara por diferentes nombres, eran lo mismo.

Todooooo... todo. Aquellas palabras resonaban en mi cabeza. Todo y nada eran lo mismo y ahora el mundo se había sumido en un silencio total por culpa de algo o de alguien que nos había confundido. Tal y como yo no era un vampiro, ellos no eran humanos. El mundo había quedado convertido en robots que no servían para nada.

Ya no.

Lune- Kareth:

n un momento todos los sentimientos que no había vivido en años me aparecieron con una fuerza sobre humana, no sabia si podría aguantarlos todos de golpe, todo por lo que había vivido y creído estaba muerto, destruido por el egoísmo.
Robots, prototipos perfectos hechos para producir el mal en la tierra. No era fácil enterarse de todo esto. Pensé que esto era una broma, una conspiración hecha por el gobierno. Por fin mi mente coherente me dio a entender que tenía entre dos posibilidades, morir como lo habían hecho todos o vivir en el caos y la desesperación.
¿Podría existir el 2º origen de la creación? Era una idea un poco descabellada pero ¿por que no? Si creáramos un nuevo mundo en este no habría mal, ni egoísmo, todos seriamos amigos y viviríamos en paz.
Como si me hubiese leído el pensamiento el me dijo:
-Deja de soñar.
Me acorde de repente donde estaba y quien era el, tenia una expresión rara, el también se había dado cuenta que los vampiros no lloran y que yo lo estaba haciendo.
Derepente lo entendió todo como yo lo había hecho un momento antes.
Nos encontrábamos otra vez delante de una pregunta que nos podría cambiar la vida, ¿Qué hacer?

Kimico:

Era absurdo. Un sin sentido. Me entraron ganas de reir y de llorar, y miles de cables eléctricos me recorrieron por dentro. Si, podíamos crear una nueva vida, pero aquello iba a costar mucho trabajo y esfuerzo.
Recordé algo en lo que nunca había creido y que siempre había visto absurdo. La biblia. Ese adam, esa eva que andan desnudos ahora cobraban sentido para mí.

- Deja de soñar. Si, era cierto, entonces le miré a la cara y comprendí que, en apenas unos días, aquel chico había madurado más que yo en veinte años.
Entonces le sonreí y le di un beso en la mejilla, como si fuese mi hermano pequeño.

- Eres un tontorrón de mucho cuidado. - Y le guiñé un ojo. El, de repente, sonrió también y ambos nos sumimos en un mundo de carcajadas, olvidando el mal que estaba
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