Relatos sin pies ni cabeza

El cuadro maldito
Era el aniversario de James y su mujer. James no sabía que regalarle a
Sandra, su mujer. Recordó que habían estado en una subasta, Sandra había
visto un cuadro precioso, pero a la vez muy aterrador. Esa misma tarde, James asistió a la subasta, y lo compró, ya que nadie había pujado por él.
Cuando el señor se lo vendió, le advirtió de que había una maldición sobre aquel cuadro de máscaras, decía que en la víspera de Todos los Santos, las máscaras matarían a alguien, pero James no se lo creyó.
El día de su aniversario, día de todos los Santos, James colgó el cuadro en la pared, le vendó los ojos a su mujer, y cuando esta lo vio, se sorprendió. Una ráfaga de viento entró por la ventana y lanzó un viejo papel al suelo. James lo recogió y vio que era la leyenda. La leyó para sus adentros y la enmarcó.
Esa misma tarde, Sandra fue al cementerio a dejar unas flores en la tumba de su abuela.
- Enseguida vuelvo-. Dijo ella, y James asintió con la cabeza.
Como a James le daba miedo aquel cuadro, lo bajó al sótano hasta que volviera su mujer. Se quedó dormido viendo la tele pero solo un ruido en el sótano lo despertó. Bajó a ver qué pasaba, y entonces, un escalofrío inundó su blanco cuerpo, y un grito de terror percató a las máscaras de su presencia. ¡Las máscaras estaban vivas!
Huyó hacia el salón, envuelto por máscaras. Recordó entonces aquella vieja leyenda que le había contado aquel hombre.

En el día de Todos los Santos,
En este día tan especial,
Las máscaras de su cuadro se levantarán,
A alguien se llevaran
Donde estén, merodearán,
A alguien encontrarán,
Y a quien encuentren...

¡¡¡¡MORIRÁ!!!! Dijo James, y entonces...
Cuando su mujer volvió, vio el cuerpo pálido de James, tirado en el frío suelo, muerto, con el dedo apuntando al cuadro.
Lo único que vio de especial en aquel cuadro su mujer, fue la cara de su marido plasmado en él, en medio de todas las máscaras.